lunes, 20 de mayo de 2013

La firma de Gloria Sánchez-Grande

GLORIA SÁNCHEZ-GRANDE 
Firma mayo 
"Sólo duermo con unas gotas de Chanel Nº5", llegó a reconocer en una ocasión la rubia platino por antonomasia, Marilyn Monroe. Tras la confesión de la actriz, que ya empezaba a despuntar como bomba sexual, los hombres norteamericanos hicieron cola en las tiendas de todo el país para regalarles a sus novias un frasco del mítico aroma creado por Ernest Beaux, perfumista de la familia real rusa, quien, según cuentan, se inspiró en el sol de medianoche del Círculo Polar Ártico… ¿Y eso a qué huele? Según parece a rosa, jazmín, azahar, sándalo y vainilla. Aún hoy, corre la leyenda de que se vende un frasco de Chanel Nº5 cada 30 segundos.
Precisamente, hace unas semanas leí que, el año pasado, el 61% de los españoles ha mantenido su gasto en perfumes (entre 30 y 80 euros), mientras que sólo un 17% lo ha reducido. Incluso, un 10% de la población invierte más de 80 euros anuales en oler bien. Además, el 73% se declara "fiel" a su fragancia habitual. Quizás por eso, la diseñadora Coco Chanel llegó a afirmar en una ocasión que una mujer sin perfume era una mujer sin futuro. Es decir: somos un país de tiesos, pero muy bien aromatizados.
Los hombres también se han apuntado al carro. Los perfumes siempre han sido un arma de seducción y, según la web Ashley Madison, los infieles los compran como estrategia clave para buscar amantes.
A otros caballeros, menos inquietos, simplemente les gusta oler bien. Era el caso, por ejemplo, del Príncipe de Salina, protagonista del Gatopardo, que se perfumaba con Lemon Juice de Atkinson cada vez que salía del baño. O de don Fabrizio, que se ponía tres gotas de esencia de bergamota en el pañuelo que guardaba en el bolsillo.
Mi propio padre también es muy partidario de rociarse con cantidades ingentes de agua de colonia que mi madre, mi hermana y yo, previamente, le regalamos. Desgraciadamente, un verano, nos atormentó con un bote de lavanda que regalaban en el supermercado de la playa. Era el único miembro de la familia que ahuyentaba a los mosquitos de forma natural. Últimamente, mi madre le regala un perfume que huele a madera. Él parece contento: sólo desea que se trate de alguna madera noble, y no pino. Lo de oler a pino, al hombre, le da mal fario.

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